26/2/20

Cemetery Beach #2-7 (2018-2019)


Miniserie urgente empaquetada con estilo fotocopista fanzineroso. Explosiva y ligera al mismo tiempo. O sea, cada capítulo incluye montones de páginas de acción sin diálogos. Montones. Virguerías gráficas, de storyboard más que de exhibición fanfarrona de talento. En eso, el dibujante Jason Howard se mantiene siempre fresco, atento a la narrativa, generoso con el mirón / lector. Warren Ellis, guionista, visionario, enterado, nos habla de una colonia terrestre situada en un no-lugar extraterrestre. Los colonos llevan décadas allí, improvisando endebles modelos de microsociedad. Hay un dictador chiflado y unas fuerzas armadas que reprimen. El protagonista es un observador enviado en secreto por algún gobierno de la Tierra. Un infiltrado sin lazos emocionales y que está muy en forma, temerario grado suicida. Escapa de un interrogatorio en una cárcel junto a una punkette rebelde acusada de asesinatos. Ellis plantea ideas interesantes mientras huye hacia delante a toda velocidad: charca infecta que sanea a los que se bañan en ella, sistema de extracción de órganos por decreto, engendros humanoides de laboratorio. Los ricos viven más tiempo usando los órganos de los pobres. Como en la vida misma (la mía, la tuya, la de nuestros vecinos y la de millones de personas que no conocemos ni tú ni yo: carne de cañón, estiercol, esclavos). Sólo los canallas sobreviven en el Nuevo Mundo (¿habla Ellis de los EE. UU? ¿Del imperialismo viejuno y del contemporáneo? ¿De la globalización, de la economía digital, del liberalismo extremo, de la justicia justiciera vengativa?). ¡Seeee, claro que sí! Sorpresa: el final es enérgico y jodidamente positivo. Si te pegan, cúbrete, pega, cúbrete, esquiva, pega, pega, esquiva, retrocede, avanza, avanza, pega, pega, pega.



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