26/3/20

Morning Glories #43-50 (2014-2016)


5 años han estado Nick Spencer y Joe Eisma (y el portadista Rodin Esquejo) construyendo esta historia de misterio adolescente con pespunteado de teleserie de culto. La complicación argumental de los 40 primeros números ha dado paso, en los últimos 10, a una especie de sprint final con un puñado de respuestas a los enigmas planteados. No muchas respuestas. Las justas, diría yo, para no decepcionar al personal, a los lectores. A mí. Yo he creído entender que existe un internado en el que se experimenta con niños y adolescentes superpoderosos, aprovechando la energía de una especie de dinamo de gran tamaño. Que existen o existían, además, 2 grupos de científicos o miembros de secta enfrentados. Que algunos personajes protagonistas han viajado al pasado y al futuro. Que han tratado de cambiar el presente. Incluso que algunos de estos personajes son capaces de metamorfosear las cosas simplemente queriéndolo. En los últimos capítulos, se han organizado elecciones a la presidencia del alumnado, partidos de un deporte inventado y ferias de inventos. El director del internado ha resultado ser un tipo de aspecto amistoso que asegura estar haciendo lo correcto, aunque parezca lo contrario. Que matar a los padres de los alumnos, torturar a los protagonistas, manipular las mentes… Todo tiene un porqué. No lo explica, claro. Se limita a insinuar que el ciclo narrativo se repite una y otra vez, tratando de arreglarse a sí mismo. Yo entiendo lo que quiero entender. Me ha parecido que Spencer está hablando del propio acto de crear. Por un momento he imaginado que el cómic era el experimento en sí. Que los personajes eran seres de ficción dentro de una ficción cambiante. Spencer supernaturalista facilón. Podría ser. El dibujo de Eisma, sorprendentemente, empeora bastante en esta etapa final. Algunas portadas de Esquejo están muy cucamente iluminadas.



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