¡Vaya
locurón! Una perversión degenerada de
La caída de la casa Usher y otros
textos de Edgar Allan Poe, combinada
con fogonazos de H.P. Lovecraft y
guiños a La casa en el confín de la
Tierra, de William Hope Hodgson.
De nuevo, el Igitur, de Mallarmé, transformado en una suculenta
inmundicia gótica sinvergonzona,
imaginada y escrita por Jan Strnad, e
ilustrada, con furiosos contrastes y volúmenes carnosos en blanco y negro, por Richard Corben. Un fin de raza atontado, un viejo loco que baila desnudo, un mayordomo
con alma de mad doctor, un servicio
doméstico integrado por cucarachas gigantes, una raza de gusanos grandes como
conejos que realizan sacrificios humanos, una prostituta negra en camisón, un
ejército de simios con cabeza de calavera, pulpos colosales emparentados con
Cthulhu y, sobre todo, un castillo, Ragemoor, que se ha construido a sí mismo
con rocas vivas de procedencia extraterrestre. Strnad y Corben, a por todas.



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