Ben
Templesmith adora el cine de acción testosterónico
y las monstruosidades tentaculares, lovecraftianas
o no. Pero yo no percibo mucho Lovecraft
en esta locura de acción y disparos, a pesar del derroche de pulpos infernales. El dibujo es pegajoso
y excitante; la trama, demasiado descerebrada. Un soldado superviviente en un
mundo postapocalíptico. Un culto a entidades directamente inspiradas por los
Mitos de Cthulhu y compañía. Profecías, ultraviolencia, pasotes gráficos. Cierto aburrimiento.



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