Escribo
esto en plena confinación por el coronavírus. Quien lea esta primera frase
dentro de unas décadas, quizás no sepa de qué estoy hablando. El caso es que,
de la noche a la mañana, la vida real se ha transformado en un tebeo
apocalíptico. No sólo en mi barrio, ciudad, país, sino en todo el mundo. Me sorprende
lo mucho que se parece todo esto a lo que cuentan los guionistas en los cómics
de superhéroes, sobre todo en eventos y crossovers.
La misma sensación de acabose cósmico,
de aplastamiento definitivo, de cambio de paradigma. Lo del covid 19 es una
pandemia gripal que provoca pneumonía y contra la que no existen ni
medicamentos ni vacuna. Mata a 1 de cada 10. La gente se encierra en sus casas
para evitar el contagio o sale a la calle cubriéndose la nariz y la boca con lo
que sea. Hospitales a rebosar. Fábricas paradas. Comercios cerrados. No viajes.
No bares. No nada. Resulta abrumador pensar en ello, en todo lo que está
cambiando, en lo que sucederá en los proximos meses y años. Al ser lector de
tebeos, tengo la sensación de estar mejor preparado para lo que venga: para lo
peor, lo inimaginable, lo espantoso… o lo revolucionario. En las páginas de correo
y extras de Lazarus estoy encontrando
textos interesantísimos. Esta frase de Greg
Rucka en el #26 de Lazarus, escrita
en pleno cabreo tras las elecciones que colocaron a Donald Trump en la Casa Blanca, me alborota las neuronas: “Lazarus nació del miedo a lo que sucedería
si el capitalismo suplantase a la democracia. Cuando la adquisición de fortuna
fuese un fin en sí mismo. (…) Eso es, precisamente, lo que estamos viendo ahora
mismo”. Ya lo recordaba Warren Ellis
en 2014, en el prólogo a la edición en volúmen de Lazarus: “La buena ciencia
ficción es siempre ficción social: el futuro como herramienta para examinar el
presente”. Ojalá el covid 19 destruya al capitalismo global, no digo más (ni menos). Dibujo de Michael Lark.
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