La premisa argumental es muy, muy
atractiva. La narrativa de Robert
Kirkman es contagiosa. Pero no puedo evitar tropezarme constantemente con
detalles de guión que me chirrían (personajes que hacen justo lo contrario de
lo que deberían de hacer, problemas de logística que se solucionarían con una
llamada de teléfono… Cosas por el estilo). Hace 10 años. una parte de Filadelfia
se trasladó a una dimensión paralela plagada de monstruos. Desde entonces, el
protagonista, Nathan Cole, hace viajecitos cortos a la zona afectada para
tratar de rescatar a los cientos de miles de ciudadanos que quedaron atrapados
allá. Su hermano es uno de estos ciudadanos. Un hermano, por cierto, muy oveja negra, con deudas pendientes, sin
oficio ni beneficio. El gobierno intenta sofocar el asunto erigiendo monumentos
y boicoteando la labor del protagonista y sus colaboradores. En la otra dimensión,
mientras tanto, algunos supervivientes se han organizado alrededor de una
figura carismática: la del hermano descarriado. Viven en comunidad,
compartiéndolo todo. Han construido un modelo de sociedad que funciona y no
desean volver a nuestro mundo mierdoso.
Kirkman es un maestro en la creación de personajes con flaquezas. La relación
entre los 2 hermanos protagonistas genera situaciones muy entretenidas. El
dibujo de Lorenzo de Felici peca de toontoonero, pero mantiene la tensión
gráfica en todo momento.
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