Así
empezaban antes las series de la Casa de la Ideas: por todo lo alto. Climax
argumental desde el minuto cero. Iron Man, en apuros. Le ha secuestrado un
científico loco de A.I.M. (esa organización criminal cuyos miembros llevan
traje de apicultor). El guión de Archie
Goodman no se anda con rodeos. Aquí hablan todos por los codos. Gene Colan aplica su talento gráfico
hipercinético y de serie negra bien entendida. Poderoso y, al mismo tiempo,
básico como un tortazo a mano abierta (ver ilustraciones). A partir del #2, del dibujo se encarga
el ultrarreivindicable Johnny Craig:
trazo retro, estiloso, cool, publicitario (à la Mad Men, para entendernos). Siguen apareciendo científicos
cabreados (o envidiosos de los éxitos de Tony Stark), experimentos que acaban
explotando (y víctimas freaks de esas explosiones), villanos con nombres (y
uniformes) entrañablemente ridículos (The Demolisher, The Freak, The Unicorn).
Historietas autoconclusivas encadenadas entre sí por un mismo ímpetu Marvel.
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