Steve Englehart envuelve su culebrón romántico de fotonovela barata en una
trama delirante repleta de villanos horteras y batallitas interpoladas. A
Sharon Ventura, la luchadora de wrestling y superheroína enmascarada conocida
como Ms. Marvel, le da un ataque de nervios después de transformarse en
She-Thing. “¡Me quiero morir!” grita
cada 2 viñetas. El disgusto se le pasa cuando se da cuenta de que, sin ese
cuerpazo de mujer que tenía, los hombres dejarán de mirarla con ojos de
violador. Ben Grimm, la Cosa, aprovecha para tirarle la caña a muerte, aunque
en el fondo piense que la chica está bastante mal de la cabeza. Paralelamente, Johnny
Storm cada vez se pone más nervioso trabajando al lado de su ex, la guapísima
Crystal. No puede apartar la mirada del trasero de la inhumana (literalmente).
Los protagonistas se pasan medio comic-book dándole vueltas a sus problemas
personales, entre mamporreo y mamporreo. En un momento dado, después de
discutir sobre hombres, mujeres y viceversa, La Cosa zanja: “Dejemos ya de hablar de asuntos que nada
tienen que ver con los Fantastic Four”. Parece que se lo está diciendo a
los lectores. En lo que respecta a la acción cósmica pura y dura, los nuevos 4F
se enredan con Pantera Negra y Doctor Muerte (#311-312), tratan de entrevistarse
con el Hombre Topo y se pierden por las cuevas subterráneas de la Isla de los
Monstruos, se pelean con Hombres Lava y Hombres Gato (#313), discuten con el
brujo Velasco (#314) y se teletransportan a la constelación Arcturus IV (#315).
Dándose de hostias con el endemoniado Master Pandemonium, se enteran de lo que
le pasó allí al vampiro Morbius. Acaban en la Antártida (#316), con Ka-Zar, su esposa
Shanna, el Hombre Cometa, su compañero alienígena Max, la escultora ciega
Alicia y un puñado de soldados de A.I.M. (con sus cascos-colmena amarillos). A
Ben le toca tratar de explicar los puntos esenciales de una trama de ingeniería
genética a escala galáctica que abarca millones de años. Englehart aprovecha
mucho de lo que escribió en Avengers West
Coast. Lo mezcla y lo agita a lo loco y huye hacia adelante. Yo no sé si
esta etapa de Fantastic Four me gusta
o me disgusta. Sospecho que es de lo peorcito que se ha escrito en décadas.
Pero no puedo desengancharme. Ni dejar de añadir frases vacías a este
comentario. El dibujo de Keith Pollard
es anticuado y marveliano, casi de diseño retro (consciente de serlo). Sal Buscema dibuja el #313. Joe Sinnott les entinta a los 2
estupendamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario