R.L. Stine es más ñoño de lo que pensaba. Para todos los públicos. Su
humor es tonto. Sus momentos de tensión se desinflan. Su ambición visionaria es
convencional. El protagonista regresa al pantano obligado por no se sabe qué
malvedades ocultas. Se lo encuentra cambiado. Alguien ha abierto una puerta
hacia El Otro Lado. El dibujo de Germán
Peralta es gomoso pero ordinario. 2 de 4. Pereza.
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