Eric M. Esquivel añade consistencia dramática y diversión desprejuiciada a
la propuesta. Protagonistas adolescentes multiétnicos que no encajan con el
entorno paleto yanqui. Dioses y monstruos mexicanos de aspecto delirante.
Grietas interdimensionales por las que se cuelan espantajos. Ramón Villalobos
lo dibuja todo con una línea tremenda genuinamente
electrizante.
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