El #1 es perfecto. Parece un piloto televisivo de los buenos. La
acción va de adelante a atrás, de atrás a adelante, comentando la jugada,
punteando la acción, descubriendo parte del pastel, ocultando lo demás, sugiriendo
desarrollos dramáticos, sorprendiendo con cambios de localización, de género, rompiendo
los límites de la percepción y del humor cafre. Mucha palabrería, la mía, para
tratar de explicar por qué Preacher
funciona conmigo. El caso es que hay un curita
chuleta de un pueblucho de Texas
que es poseido por un ente celestial, hijo o hija de ángel y demonia, llamado
Genesis. En el camino del cura guaperas,
que se llama Jesse Custer, se cruzan su exnovia peligrosa, Tulip, y un vampiro
de origen irlandés, Cassidy. Trío
Calaveras genuino, de los de meterse en líos que acaban de la peor manera.
Un sheriff rocoso, que tiene un hijo
adolescente que se pegó un tiro en el jeto
emulando a Kurt Cobain, se empeña en
atrapar a Custer. Un pistolero infernal, The Saint of Killers, siembra el
camino de cadáveres de policía. Al parecer, Dios ha colgado los hábitos.
Abandonó el Cielo y se instaló en la Tierra. Está en paradero desconocido. Un
cómic gore, blasfemo, rabiosamente
escrito por el irreductible parlanchín
Garth Ennis. Dibujo de Steve Dillon, inspirado en Moebius (o, más bien, en Gir y su Blueberry). Portadas hiperrealistas y groseras de Glenn Fabry.
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