La
serie lleva publicándose varios siglos. La escribe Nick Spencer, que es uno de esos guionistas británicos que me
enciende los motores. ¿Podré aguantar la ordinariez del dibujo digitaloide de Joe Eisma? ¿Me acabarán gustando las portadas hiperrealistas para
quinceañeros de Rodin Esquejo?
Empiezo a leer. El #1 presenta a los protagonistas dieciseisañeros y comienza a indagar en el meollo argumental
inquietante. Chicas y chicos con rasgos de personalidad acusados: la calientapollas, la emo, la cerebrito, el niñato rico vicioso / manipulador, el japo hermético y el friqui lector de tebeos (y fan
de Grant Morrison). Todos cumplen
años el mismo día y todos han sido admitidos en una especie de Academia del
Terror Extremo. Fantasmas asesinos, experimentos sádicos, profesoras cañón. De género, sí (lamentablemente,
por lo que tiene de previsible). Sin embargo, sigo leyendo. El #2, el #3, el #4
y el #5. Del tirón. Spencer introduce giros, reflexiones, retos interesantes.
Esto es como The Breakfast Club
mezclado con la serie El internado,
pero à la The Avengers o The Prisoner. Con ese puntito british inteligente y sarcástico
que lo relativiza todo. El #6 pone fin al primer arco argumental: For a Better Future. Guiño a Lost y… ¡Zas! ¡Sorpresa inesperada! Spencer rules! ¿Eisma? Mejorará con el
tiempo. Y si no lo hace, a todo se acostumbra uno.


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