Seis
números para enmarcar, con guiones de Warren
Ellis y dibujos de Declan Shalvey.
Historias autoconclusivas, de narrativa virtuosa y estética impactante. Gozada
total. En el #1, Moon Knight baja a las alcantarillas para enfrentarse a un
exagente de S.H.I.E.L.D. mutado en laboratorio. En el #2, pelea contra un francotirador
(las primeras páginas, en las que van desapareciendo las viñetas a medida que
el asesino mata, son antológicas). En el #3, lucha contra unos punks fantasmas verdosos callejeros. En
el #4, flipa en colores dentro de una habitación repleta de hongos alucinógenos
del Más Allá y cadáveres ocultos bajo el parqué (es el episodio más delirante
de los 6). En el #5, se infiltra en un edificio repleto de delincuentes para rescatar
a una niña secuestrada (planificación virgera donde las haya).
En el #6, el malo pone bombas.
Un placer visual
y mental.
28/2/20
Caliban #1-7 (2015)
Furioso huit-clos espacial à la
Alien. Nave alienígena se
fusiona con carguero terrícola en algún no-lugar del espaciotiempo. Uno de los tripulantes humanos, el más
despreciable, es poseído por un psicópata extraterrestre adepto a la autocirugía
extrema. Protagonista fuerte (y lesbiana). Body
count imparable de muertes. Sangre, vísceras y retorcimiento cárnico.
Acción, ritmo y diálogos salpicados de mala
baba. Garth Ennis, OK. Dibujo amateurista pero eficaz (o
viceversa) de Facundo Percio.
Jennifer Blood #1 (2011)
Leemos el diario de una ama de casa con
marido, 2 hijos y casita a las afueras, que también se dedica a matar gente y
hacer explotar cosas cuando le entran ganas de impartir justicia. Está bien (sobr)escrito
(Garth Ennis), pero penosamente
dibujado (Adriano Batista). Seguro
que mejora.
27/2/20
Preacher #5-7 (1995)
Jesse Custer, el cura con poderes, su
exnovia, Tulip, y el vampiro rockero
Cassidy visitan Nueva York. Se citan con un periodista-escritor experto en
asuntos paranormales. Personajazo
100% Garth Ennis. Hay un psycho killer suelto por la zona. Uno bien vicioso. También sale una extraña
pareja de policías: un negro gafado y
un galán rubiales. Tono subido, disparos
a bocajarro, fetichismo gay. Steve Dillon, menos Moebius que en los #1-4, dibuja con una
claridad narrativa emocionante. Un placer.
Bloody Mary: Lady Liberty #1-4 (1997)
Una secta de fundamentalistas blancos
invade Manhattan. El líder de la secta se cepilla a centenares de feligresas
voluntarias. Su ejército masacra a negros y latinos. La mercenaria Malone y su
colega militar inglés The Mayor son contratados para solucionar el problema.
Reaparece Vatman, el asesino a sueldo experto en vinos (uno de los mejores personajes
secundarios de la primera miniserie Bloody
Mary). Hardcore, gore, ideológicamente
explosivo. Muy bien escrito y dialogado por Garth Ennis. Dibujado al estilo vale
tudo por Carlos Ezquerra.
Preacher #1-4 (1995)
El #1 es perfecto. Parece un piloto televisivo de los buenos. La
acción va de adelante a atrás, de atrás a adelante, comentando la jugada,
punteando la acción, descubriendo parte del pastel, ocultando lo demás, sugiriendo
desarrollos dramáticos, sorprendiendo con cambios de localización, de género, rompiendo
los límites de la percepción y del humor cafre. Mucha palabrería, la mía, para
tratar de explicar por qué Preacher
funciona conmigo. El caso es que hay un curita
chuleta de un pueblucho de Texas
que es poseido por un ente celestial, hijo o hija de ángel y demonia, llamado
Genesis. En el camino del cura guaperas,
que se llama Jesse Custer, se cruzan su exnovia peligrosa, Tulip, y un vampiro
de origen irlandés, Cassidy. Trío
Calaveras genuino, de los de meterse en líos que acaban de la peor manera.
Un sheriff rocoso, que tiene un hijo
adolescente que se pegó un tiro en el jeto
emulando a Kurt Cobain, se empeña en
atrapar a Custer. Un pistolero infernal, The Saint of Killers, siembra el
camino de cadáveres de policía. Al parecer, Dios ha colgado los hábitos.
Abandonó el Cielo y se instaló en la Tierra. Está en paradero desconocido. Un
cómic gore, blasfemo, rabiosamente
escrito por el irreductible parlanchín
Garth Ennis. Dibujo de Steve Dillon, inspirado en Moebius (o, más bien, en Gir y su Blueberry). Portadas hiperrealistas y groseras de Glenn Fabry.
26/2/20
Centipede #3-5 (2017)
Max Bemis es el guionista de esta serie inspirada por un videojuego
Atari. Ahora que he leído Foolkiller y
el nuevo Moon Knight, entiendo que me
gustase su trabajo. Tiene gracia. En el #3, sigue el monólogo sarcástico del
último hombre vivo (y gay) sobre la
Tierra. Flashbacks familiares
combinados con escenas de acción. Arañas gigantes, explosiones y ciempiés
colosal volador. El dibujo de Eoin
Marron es indie y es mainstream al mismo tiempo. Más cerca de
Carlos Giménez que de Mike Mignola. El #4 es el episodio más
loco de todos: el protagonista, drogado hasta las trancas, imagina su vida
convertido en el hijo ciempiés del Centípedo invasor de la Tierra. Acaba
luchando en una arena repleta de extraterrestres. Su fin en la vida es
entretener a los jugadores. Él es tan monstruo como el bicharraco en este juego sin sentido. El #5 y último es de traca. El prota se mete dentro del
bicho y lo hace estallar. Introspección delirante.
Postal #1-10 (2015-2016)
Maxiserie
localizada en Eden, un pueblo que no aparece en Google Maps, construido por
criminales para criminales, controlado por una alcaldesa sin escrúpulos y un
sheriff obediente. El hijo de la alcaldesa es el cartero. Un chico metódico,
ordenado, obsesivo: con Síndrome de Asperger. Aparece el cadáver de una joven
con un mensaje en latín grabado en la piel: “Omnia
cadunt”. “Todo se estropea”. La alcaldesa le cuenta a su hijo la historia
de su padre, un bruto líder de secta capaz de apalearla y asesinar a quien se
cruzase en su camino. Trataron de ahorcarle entre todos. Su cuerpo desapareció.
Ha vuelto para vengarse. También hay una camarera extorsionada por un agente
del FBI. Y un pederasta experto en vigilancia. En el #8, entra en escena una
adolescente que mata porque le gusta matar (físicamente se parece a la actriz
española Mariam Hernández). Es hija
de un jefe del FBI. Atmósfera Twin Peaks
sin rarezas lynchianas. También tiene
algo de minisaga televisiva basada en best
seller de Stephen King. La serie
funciona por inercia. El guionista, Matt
Hawkins, es el Mike Mignola del
sello Top Cow de Image Comics. Firma Postal
en colaboración con Bryan Hill,
que es el que escribe los guiones definitivos, supongo. El dibujante Isaac Goodhart ganó un concurso de
talentos. Es disperso, feísta, inexperto. Con chispazos de grafismo talentoso,
sin embargo. Un buen culebrón.
Centipede #1-2 (2017)
Tebeo
promocional de un videojuego de Atari. Tal cual. Monólogo graciosete con mucho flashback del
protagonista, único supervivente de la catástrofe mundial provocada por un
ciempiés gigante alienígena y sus mascotas arácnidas. Guión rítmico de Max Bemis. Dibujo compacto de Eoin Marron. Mejor de lo que parece.
Wonder Woman: Amazonia (1997)
Entorno steampunk finisecular con zarpazos
de Art Nouveau y textura de
grabado gótico. Wonder Woman actúa en teatros de variedades. Está casada con un
tipejo maltratador. Miseria en las
calles. Militarismo totalitario. Gobierno machista radical. Wonder Woman se
rebela e inicia una nueva era de justicia social e igualitaria. Originalísimo y
riquísimo guión de William
Messner-Loebs. Apabullante y fascinante dibujo de Phil Winslade. Joya.
American Barbarian #1-3 (2013)
Fantasía Heróica al estilo Tom Scioli. Un Conan bobo y underground dibujado por el clon indie de Jack Kirby. Todos
los tópicos genéricos del tebeo, o de la novelusca
de aventuras de serie B, retorcidos y manipulados con espíritu paródico y
patriotero. Un festín para los ojos. Una tortura para el lector. Editado por Tom
Scioli LLC.
Dalgoda #1-8 (1984-1986)
Se pueden escribir buenos guiones de
cómic. Jan Strnad lo demuestra con
esta serie de ciencia ficción protagonizada por un extraterrestre perruno, Dalgoda, que visita la Tierra para cerrar un acuerdo de colaboración con
los humanos: ayuda militar para su planeta a cambio de tecnología punta para la
Tierra. El extraterrestre comparte sus peripecias con un astronauta terrestre
en horas bajas. Conspiranoias
políticas, traumas postdivorcio,
intimidades masculinas. Se habla mucho y lo que se dice interesa. Los
personajes tienen cuerpo y alma. Las situaciones son interesantes. El tono
narrativo es adulto y, al mismo tiempo, ligero, ocurrente, cool. La acción se traslada enseguida al espacio. Strnad flipa en colores encadenando giros
argumentales imprevistos, flashbacks suculentos
y sugerentes, personajes secundarios retorcidos. Su cómplice creativo, el
dibujante Dennis Fujitake, es como
un Moebius underground con motorcito
manga. Apasionante.
The Amazing Screw-On Head and Other Curious Objects (2003)
Mike
Mignola
ha creado un estilo, un universo. Gráfico y temático. Atmosférico y
referencial. Un sello personal, asombrosamente compacto por fuera y por dentro. Lo suyo puede ser admirado con los
ojos abiertos y leído con la mente despierta. Dicho esto, que no es decir nada
que no sepamos muchos, afirmo que The Amazing Screw-On Head and Other Curious Objects es una delicia. Terror de
fórmula dibujado con gusto, personalizado con finas referencias. Con sus
pinceladas de feuilleton finisecular y
su corazoncito steampunk. Un robot
con la cabeza atornillable a
distintos cuerpos trabaja como agente secreto para el presidente Abraham
Lincoln. Su misión: evitar que el ocultista Emperor Zombi, su novia vampiresa
Madam y su esbirro científico Dr. Snap se apoderen del objeto mágico que usó un
guerrero legendario hace diez mil años. Dimensiones paralelas, semidioses
monstruosos y humor excéntrico.
Stranger Kisses #1-3 (2000-2001)
Investigando un asunto de snuff-movies, un rudo detective descubre
un mercado negro de pornografía freak. Actrices
y actores retocados quirúgicamente de
forma grotesca. Lenguas con vaginas, pollas con dos capullos. Dibujado con
trazo amateur (Mike Wolfer) y escrito con
prisa (Warren Ellis).
Cemetery Beach #2-7 (2018-2019)
Miniserie
urgente empaquetada con estilo fotocopista
fanzineroso. Explosiva y ligera al
mismo tiempo. O sea, cada capítulo incluye montones de páginas de acción sin
diálogos. Montones. Virguerías gráficas, de storyboard
más que de exhibición fanfarrona
de talento. En eso, el dibujante Jason
Howard se mantiene siempre fresco, atento a la narrativa, generoso con el
mirón / lector. Warren Ellis,
guionista, visionario, enterado, nos
habla de una colonia terrestre situada en un no-lugar extraterrestre. Los
colonos llevan décadas allí, improvisando endebles modelos de microsociedad.
Hay un dictador chiflado y unas fuerzas armadas que reprimen. El protagonista
es un observador enviado en secreto por algún gobierno de la Tierra. Un
infiltrado sin lazos emocionales y que está muy en forma, temerario grado suicida. Escapa de un
interrogatorio en una cárcel junto a una punkette
rebelde acusada de asesinatos. Ellis plantea ideas interesantes mientras
huye hacia delante a toda velocidad: charca infecta que sanea a los que se
bañan en ella, sistema de extracción de órganos por decreto, engendros
humanoides de laboratorio. Los ricos viven más tiempo usando los órganos de los
pobres. Como en la vida misma (la mía, la tuya, la de nuestros vecinos y la de
millones de personas que no conocemos ni tú ni yo: carne de cañón, estiercol,
esclavos). Sólo los canallas sobreviven en el Nuevo Mundo (¿habla Ellis de los
EE. UU? ¿Del imperialismo viejuno y
del contemporáneo? ¿De la globalización, de la economía digital, del
liberalismo extremo, de la justicia justiciera vengativa?). ¡Seeee, claro que sí! Sorpresa: el final
es enérgico y jodidamente positivo. Si te pegan, cúbrete, pega, cúbrete,
esquiva, pega, pega, esquiva, retrocede, avanza, avanza, pega, pega, pega.
Cemetery Beach #1 (2018)
Soltura
narrativa o morro descomunal. La nueva serie de Warren Ellis se pone en marcha con un interrogatorio en el que el
protagonista desvela la premisa argumental: una colonia de terrícolas se
instaló en una dimensión paralela hace décadas y parece que no han evolucionado
igual que nosotros. El protagonista, que se ha infiltrado en esta colonia,
escapa de la sala de interrogatorios en compañía de una chica con pinta de
peligrosa. A partir de aquí, pura acción. Sin diálogos. El dibujante, Jason Howard, tiene un trazo simpático
y Power Pop.
Border Town #4 (2018)
Eric M. Esquivel describe injusticias vergonzosas de política social
nortamericana. La penosa situación de muchos inmigrantes ilegales. Eso ayuda a
definir, aún más, a los personajes protagonistas: un grupete de adolescentes enfrentados a Supermonstruos Aztecas del
Más Allá. Se abre la puerta interdimensional y entran bestias horrendas. Este
episodio es, quizás, demasiado explicativo, pero la serie se ha convertido ya
en la sorpresa de la temporada. Dibujazo de
Ramón Villalobos. C’est déjà fini? Lástima.
Border Town #3 (2018)
Eric M. Esquivel añade consistencia dramática y diversión desprejuiciada a
la propuesta. Protagonistas adolescentes multiétnicos que no encajan con el
entorno paleto yanqui. Dioses y monstruos mexicanos de aspecto delirante.
Grietas interdimensionales por las que se cuelan espantajos. Ramón Villalobos
lo dibuja todo con una línea tremenda genuinamente
electrizante.
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