28/2/20

Moon Knight #1-6 (2014)


Seis números para enmarcar, con guiones de Warren Ellis y dibujos de Declan Shalvey. Historias autoconclusivas, de narrativa virtuosa y estética impactante. Gozada total. En el #1, Moon Knight baja a las alcantarillas para enfrentarse a un exagente de S.H.I.E.L.D. mutado en laboratorio. En el #2, pelea contra un francotirador (las primeras páginas, en las que van desapareciendo las viñetas a medida que el asesino mata, son antológicas). En el #3, lucha contra unos punks fantasmas verdosos callejeros. En el #4, flipa en colores dentro de una habitación repleta de hongos alucinógenos del Más Allá y cadáveres ocultos bajo el parqué (es el episodio más delirante de los 6). En el #5, se infiltra en un edificio repleto de delincuentes para rescatar a una niña secuestrada (planificación virgera donde las haya). En el #6, el malo pone bombas. Un placer visual y mental.






Caliban #1-7 (2015)


Furioso huit-clos espacial à la Alien. Nave alienígena se fusiona con carguero terrícola en algún no-lugar del espaciotiempo. Uno de los tripulantes humanos, el más despreciable, es poseído por un psicópata extraterrestre adepto a la autocirugía extrema. Protagonista fuerte (y lesbiana). Body count imparable de muertes. Sangre, vísceras y retorcimiento cárnico. Acción, ritmo y diálogos salpicados de mala baba. Garth Ennis, OK. Dibujo amateurista pero eficaz (o viceversa) de Facundo Percio.




Jennifer Blood #1 (2011)


Leemos el diario de una ama de casa con marido, 2 hijos y casita a las afueras, que también se dedica a matar gente y hacer explotar cosas cuando le entran ganas de impartir justicia. Está bien (sobr)escrito (Garth Ennis), pero penosamente dibujado (Adriano Batista). Seguro que mejora.


27/2/20

Preacher covers by Glenn Fabry




Preacher #5-7 (1995)


Jesse Custer, el cura con poderes, su exnovia, Tulip, y el vampiro rockero Cassidy visitan Nueva York. Se citan con un periodista-escritor experto en asuntos paranormales. Personajazo 100% Garth Ennis. Hay un psycho killer suelto por la zona. Uno bien vicioso. También sale una extraña pareja de policías: un negro gafado y un galán rubiales. Tono subido, disparos a bocajarro, fetichismo gay. Steve Dillon, menos Moebius que en los #1-4, dibuja con una claridad narrativa emocionante. Un placer.


Bloody Mary: Lady Liberty #1-4 (1997)


Una secta de fundamentalistas blancos invade Manhattan. El líder de la secta se cepilla a centenares de feligresas voluntarias. Su ejército masacra a negros y latinos. La mercenaria Malone y su colega militar inglés The Mayor son contratados para solucionar el problema. Reaparece Vatman, el asesino a sueldo experto en vinos (uno de los mejores personajes secundarios de la primera miniserie Bloody Mary). Hardcore, gore, ideológicamente explosivo. Muy bien escrito y dialogado por Garth Ennis. Dibujado al estilo vale tudo por Carlos Ezquerra.




Preacher #1-4 (1995)


El #1 es perfecto. Parece un piloto televisivo de los buenos. La acción va de adelante a atrás, de atrás a adelante, comentando la jugada, punteando la acción, descubriendo parte del pastel, ocultando lo demás, sugiriendo desarrollos dramáticos, sorprendiendo con cambios de localización, de género, rompiendo los límites de la percepción y del humor cafre. Mucha palabrería, la mía, para tratar de explicar por qué Preacher funciona conmigo. El caso es que hay un curita chuleta de un pueblucho de Texas que es poseido por un ente celestial, hijo o hija de ángel y demonia, llamado Genesis.  En el camino del cura guaperas, que se llama Jesse Custer, se cruzan su exnovia peligrosa, Tulip, y un vampiro de origen irlandés, Cassidy. Trío Calaveras genuino, de los de meterse en líos que acaban de la peor manera. Un sheriff rocoso, que tiene un hijo adolescente que se pegó un tiro en el jeto emulando a Kurt Cobain, se empeña en atrapar a Custer. Un pistolero infernal, The Saint of Killers, siembra el camino de cadáveres de policía. Al parecer, Dios ha colgado los hábitos. Abandonó el Cielo y se instaló en la Tierra. Está en paradero desconocido. Un cómic gore, blasfemo, rabiosamente escrito por el irreductible parlanchín Garth Ennis. Dibujo de Steve Dillon, inspirado en Moebius (o, más bien, en Gir y su Blueberry). Portadas hiperrealistas y groseras de Glenn Fabry.




26/2/20

Centipede #3-5 (2017)


Max Bemis es el guionista de esta serie inspirada por un videojuego Atari. Ahora que he leído Foolkiller y el nuevo Moon Knight, entiendo que me gustase su trabajo. Tiene gracia. En el #3, sigue el monólogo sarcástico del último hombre vivo (y gay) sobre la Tierra. Flashbacks familiares combinados con escenas de acción. Arañas gigantes, explosiones y ciempiés colosal volador. El dibujo de Eoin Marron es indie y es mainstream al mismo tiempo. Más cerca de Carlos Giménez que de Mike Mignola. El #4 es el episodio más loco de todos: el protagonista, drogado hasta las trancas, imagina su vida convertido en el hijo ciempiés del Centípedo invasor de la Tierra. Acaba luchando en una arena repleta de extraterrestres. Su fin en la vida es entretener a los jugadores. Él es tan monstruo como el bicharraco en este juego sin sentido. El #5 y último es de traca. El prota se mete dentro del bicho y lo hace estallar. Introspección delirante.



Postal #1-10 (2015-2016)


Maxiserie localizada en Eden, un pueblo que no aparece en Google Maps, construido por criminales para criminales, controlado por una alcaldesa sin escrúpulos y un sheriff obediente. El hijo de la alcaldesa es el cartero. Un chico metódico, ordenado, obsesivo: con Síndrome de Asperger. Aparece el cadáver de una joven con un mensaje en latín grabado en la piel: “Omnia cadunt”. “Todo se estropea”. La alcaldesa le cuenta a su hijo la historia de su padre, un bruto líder de secta capaz de apalearla y asesinar a quien se cruzase en su camino. Trataron de ahorcarle entre todos. Su cuerpo desapareció. Ha vuelto para vengarse. También hay una camarera extorsionada por un agente del FBI. Y un pederasta experto en vigilancia. En el #8, entra en escena una adolescente que mata porque le gusta matar (físicamente se parece a la actriz española Mariam Hernández). Es hija de un jefe del FBI. Atmósfera Twin Peaks sin rarezas lynchianas. También tiene algo de minisaga televisiva basada en best seller de Stephen King. La serie funciona por inercia. El guionista, Matt Hawkins, es el Mike Mignola del sello Top Cow de Image Comics. Firma Postal en colaboración con Bryan Hill, que es el que escribe los guiones definitivos, supongo. El dibujante Isaac Goodhart ganó un concurso de talentos. Es disperso, feísta, inexperto. Con chispazos de grafismo talentoso, sin embargo. Un buen culebrón.




Centipede #1-2 (2017)


Tebeo promocional de un videojuego de Atari. Tal cual. Monólogo graciosete con mucho flashback del protagonista, único supervivente de la catástrofe mundial provocada por un ciempiés gigante alienígena y sus mascotas arácnidas. Guión rítmico de Max Bemis. Dibujo compacto de Eoin Marron. Mejor de lo que parece.



Wonder Woman: Amazonia (1997)


Entorno steampunk finisecular con zarpazos de Art Nouveau y textura de grabado gótico. Wonder Woman actúa en teatros de variedades. Está casada con un tipejo maltratador. Miseria en las calles. Militarismo totalitario. Gobierno machista radical. Wonder Woman se rebela e inicia una nueva era de justicia social e igualitaria. Originalísimo y riquísimo guión de William Messner-Loebs. Apabullante y fascinante dibujo de Phil Winslade. Joya.





American Barbarian #1-3 (2013)


Fantasía Heróica al estilo Tom Scioli. Un Conan bobo y underground dibujado por el clon indie de Jack Kirby. Todos los tópicos genéricos del tebeo, o de la novelusca de aventuras de serie B, retorcidos y manipulados con espíritu paródico y patriotero. Un festín para los ojos. Una tortura para el lector. Editado por Tom Scioli LLC.






Dalgoda #1-8 (1984-1986)


Se pueden escribir buenos guiones de cómic. Jan Strnad lo demuestra con esta serie de ciencia ficción protagonizada por un extraterrestre perruno, Dalgoda, que visita la Tierra para cerrar un acuerdo de colaboración con los humanos: ayuda militar para su planeta a cambio de tecnología punta para la Tierra. El extraterrestre comparte sus peripecias con un astronauta terrestre en horas bajas. Conspiranoias políticas, traumas postdivorcio, intimidades masculinas. Se habla mucho y lo que se dice interesa. Los personajes tienen cuerpo y alma. Las situaciones son interesantes. El tono narrativo es adulto y, al mismo tiempo, ligero, ocurrente, cool. La acción se traslada enseguida al espacio. Strnad flipa en colores encadenando giros argumentales imprevistos, flashbacks suculentos y sugerentes, personajes secundarios retorcidos. Su cómplice creativo, el dibujante Dennis Fujitake, es como un Moebius underground con motorcito manga. Apasionante.




The Amazing Screw-On Head and Other Curious Objects (2003)


Mike Mignola ha creado un estilo, un universo. Gráfico y temático. Atmosférico y referencial. Un sello personal, asombrosamente compacto por fuera y por dentro. Lo suyo puede ser admirado con los ojos abiertos y leído con la mente despierta. Dicho esto, que no es decir nada que no sepamos muchos, afirmo que The Amazing Screw-On Head and Other Curious Objects es una delicia. Terror de fórmula dibujado con gusto, personalizado con finas referencias. Con sus pinceladas de feuilleton finisecular y su corazoncito steampunk. Un robot con la cabeza atornillable a distintos cuerpos trabaja como agente secreto para el presidente Abraham Lincoln. Su misión: evitar que el ocultista Emperor Zombi, su novia vampiresa Madam y su esbirro científico Dr. Snap se apoderen del objeto mágico que usó un guerrero legendario hace diez mil años. Dimensiones paralelas, semidioses monstruosos y humor excéntrico.





Stranger Kisses #1-3 (2000-2001)


Investigando un asunto de snuff-movies, un rudo detective descubre un mercado negro de pornografía freak. Actrices y actores retocados quirúgicamente de forma grotesca. Lenguas con vaginas, pollas con dos capullos. Dibujado con trazo amateur (Mike Wolfer) y escrito con prisa (Warren Ellis).


Cemetery Beach #2-7 (2018-2019)


Miniserie urgente empaquetada con estilo fotocopista fanzineroso. Explosiva y ligera al mismo tiempo. O sea, cada capítulo incluye montones de páginas de acción sin diálogos. Montones. Virguerías gráficas, de storyboard más que de exhibición fanfarrona de talento. En eso, el dibujante Jason Howard se mantiene siempre fresco, atento a la narrativa, generoso con el mirón / lector. Warren Ellis, guionista, visionario, enterado, nos habla de una colonia terrestre situada en un no-lugar extraterrestre. Los colonos llevan décadas allí, improvisando endebles modelos de microsociedad. Hay un dictador chiflado y unas fuerzas armadas que reprimen. El protagonista es un observador enviado en secreto por algún gobierno de la Tierra. Un infiltrado sin lazos emocionales y que está muy en forma, temerario grado suicida. Escapa de un interrogatorio en una cárcel junto a una punkette rebelde acusada de asesinatos. Ellis plantea ideas interesantes mientras huye hacia delante a toda velocidad: charca infecta que sanea a los que se bañan en ella, sistema de extracción de órganos por decreto, engendros humanoides de laboratorio. Los ricos viven más tiempo usando los órganos de los pobres. Como en la vida misma (la mía, la tuya, la de nuestros vecinos y la de millones de personas que no conocemos ni tú ni yo: carne de cañón, estiercol, esclavos). Sólo los canallas sobreviven en el Nuevo Mundo (¿habla Ellis de los EE. UU? ¿Del imperialismo viejuno y del contemporáneo? ¿De la globalización, de la economía digital, del liberalismo extremo, de la justicia justiciera vengativa?). ¡Seeee, claro que sí! Sorpresa: el final es enérgico y jodidamente positivo. Si te pegan, cúbrete, pega, cúbrete, esquiva, pega, pega, esquiva, retrocede, avanza, avanza, pega, pega, pega.



Cemetery Beach #1 (2018)


Soltura narrativa o morro descomunal. La nueva serie de Warren Ellis se pone en marcha con un interrogatorio en el que el protagonista desvela la premisa argumental: una colonia de terrícolas se instaló en una dimensión paralela hace décadas y parece que no han evolucionado igual que nosotros. El protagonista, que se ha infiltrado en esta colonia, escapa de la sala de interrogatorios en compañía de una chica con pinta de peligrosa. A partir de aquí, pura acción. Sin diálogos. El dibujante, Jason Howard, tiene un trazo simpático y Power Pop.



Border Town #4 (2018)


Eric M. Esquivel describe injusticias vergonzosas de política social nortamericana. La penosa situación de muchos inmigrantes ilegales. Eso ayuda a definir, aún más, a los personajes protagonistas: un grupete de adolescentes enfrentados a Supermonstruos Aztecas del Más Allá. Se abre la puerta interdimensional y entran bestias horrendas. Este episodio es, quizás, demasiado explicativo, pero la serie se ha convertido ya en la sorpresa de la temporada. Dibujazo de Ramón Villalobos. C’est déjà fini? Lástima.



Border Town #3 (2018)


Eric M. Esquivel añade consistencia dramática y diversión desprejuiciada a la propuesta. Protagonistas adolescentes multiétnicos que no encajan con el entorno paleto yanqui. Dioses y monstruos mexicanos de aspecto delirante. Grietas interdimensionales por las que se cuelan espantajos. Ramón Villalobos lo dibuja todo con una línea tremenda genuinamente electrizante.